GUARDAR DISTANCIA
Rogado por muchos, alzó su copa. Todos los periódicos lo publicaron. Resonancia, polvareda, injurias... siguieron el brindis: "Yo no pensaba hablar, pero las alusiones que me han dirigido los señores que han hablado antes, me obligan a tomar ahora la palabra. Brindo -dijo- por lo que nadie ha brindado hasta ahora: por las grandes ideas que fueron alma e inspiración de los poemas calderonianos. En primer lugar, por la Fe Católica, apostólica, romana, que en siete siglos de lucha nos hizo reconquistar el patrio suelo, y que en los albores del Renacimiento abrió a los castellanos las vírgenes selvas de América, y a los portugueses los fabulosos santuarios de la India. Por la Fe Católica, que es el substratum, la esencia y lo más grande y lo más hermoso de nuestra teología, de nuestra filosofía, de nuestra literatura y de nuestro arte".
El protagonista de este vibrante texto no es otro que Marcelino Menéndez Pelayo. Autor, historiador e intelectual de enorme talla. Conocido de muchos, leído por algunos e ignorado por la gran mayoría en la España de hoy.
Los autores, de sublimes documentos como el recientemente publicado sobre la llamada "Alianza de Civilizaciones", (eso que ni siquiera ha rozado a la neurona más fiel y peleona de la llamada memoria selectiva del cerebro) si leyeran un texto como el escrito más arriba, lo tildarían como mínimo de radical, quizá xenófobo o bien de excluyente, léxicos tan de moda hoy en día. En ámbitos coloquiales se tildaría al texto de "talibán".
Leer en la España de hoy este texto de Menéndez Pelayo y que suba la moral de algunos, será porque en verdad habla en verdad, rigor histórico, poesía, nobleza, enamorado de la grandeza histórica de España, en una palabra de humanidad y, si apostillamos más, de humanidad integral, aún diría yo más rezumante de humanismo cristiano. Estos son los españoles de ayer.
Un texto así de breve pero tan extenso en profundidad y categoría invita al menos a guardar distancia respecto del triste y lamentable momento que atraviesa España. Triste y lamentable por la ausencia de intelectuales que se pronuncien e ilustren al pueblo con la valentía, claridad, sencillez y rotundidad del maestro Menéndez Pelayo. Triste y lamentable por el deprimente sistema educativo español que en lugar de augurar un feliz futuro a nuestra sociedad, pone a temblar al más templado de nuestros mayores y educadores. Triste y lamentable por la poca colaboración con la verdad que transmiten la mayoría de los medios de comunicación (afortunadamente hay honrosas excepciones en las columnas escritas en los diarios españoles).
Guardar distancia es contemplar el presente con esperanza de futuro. Guardar distancia es asimilar lo esencial como Menéndez Pelayo y enseñarlo en el entorno, en el momento y lugar adecuados. Guardar distancia no es retroceder, sino fortalecerse ante lo imperecedero, ante la única religión que enseña la Verdad. Aquella religión que cuando comenzó su peregrinar entre los hombres, no entabló diálogo con otras religiones salvo para mostrarles la Salvación traída por Dios Encarnado. Religión que sí entabló diálogo activo con la ciencia y con el hombre, con todo hombre. La Fe Católica.


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