SE LE CAYÓ LA TUERCA

Pobre mecánico del equipo Renault de Fórmula 1. Un mínimo fallo más que comprensible le ha puesto de patitas en la calle. Se le cayó la tuerca, se le cayó.
Este triste hecho me pone el rostro como el aquel de El Grito de Munch. El grito, el Tormento o el Inconformismo, son los tres títulos adecuados para la conocida obra de Munch.
Un grito vital ahogado es el que late en mi interior. Un grito que brota sin pretender encontrar causas, ni consecuencias, ni culpables, ni víctimas. Sólo sé que el grito quiere salir y de momento está contenido. ¿Por cuánto tiempo? no lo sabemos, no lo sé.
El Grito, cuadro pintado por Eduard Munch en 1893, se encuadra dentro de su obra capital el Friso de la Vida. ¿Qué es lo que Munch trató de reflejar en su cuadro a través de ese rostro angustioso?, ¿se trata del reflejo del trauma personal del pintor o puede esconder una crítica a la nueva forma de organización socioeconómica de la época? En definitiva muchos expertos han llegado a la conclusión de que Munch grita contra las injusticias sociales y las desigualdades económicas que acompañaron a la revolución industrial.
Al igual que a Munch a mí me brota espontáneo un grito al leer noticias como la del despido de este pobre mecánico… ¿puso su fallo en peligro la vida del conductor Alonso? que yo sepa no, simplemente se le cayó la tuerca. ¿Dejó este técnico que el coche saliera de la parrilla sin la tuerca? Que yo sepa tampoco ¿dónde estuvo el error pues? En lugar de ignorar la tuerca caída, se dedicó a buscarla y lo que tenía que haber hecho era coger la pistola a presión y colocar una nueva. Dos han sido las consecuencias de que a este hombre se le cayera la tuerca: el equipo perdió ¿uno, dos, tres segundos quizá? Y el pobre mecánico ha sido puesto de patitas en la calle.
De nuevo brota el grito vital ¿qué hacemos aquí en el mundo?, ¿qué dimensión tiene el trabajo en la vida?, ¿somos máquinas o personas?, ¿existe la llamada segunda oportunidad? Así vamos, así va el mundo y parece ser que así continuará.
Pobre mecánico del equipo Renault de Fórmula 1. Un mínimo fallo más que comprensible le ha puesto de patitas en la calle. Se le cayó la tuerca, se le cayó.

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