13 noviembre, 2006

CERRAR LOS OJOS

He decidido poner este artículo aquí, no sólo por su estupenda carga descriptiva, sino por los valores que encierra y que estoy totalmente de acuerdo con el autor. Yo, sólo añado NO CERREMOS LOS OJOS!!



Cierre los ojos. Puede ver a una persona cualquiera que se levanta despacio aún medio dormida y que en silencio o en compañía de otras, desayuna, tal vez oye la radio, después se asea y cuando está lista se despide de los suyos con un beso, un abrazo o un hasta luego. O puede que no diga nada a nadie pues el resto de los suyos aún permanecen dormidos, así que de forma tranquila y silenciosa sale de su hogar.

Puede verla dirigiéndose a su automóvil o recogiendo la prensa de un quiosco cercano o encaminándose hacia la parada de un transporte público. Puede darse cuenta de como va pensando en sus problemas, o haciendo cábalas sobre la economía familiar, o repasando cualquier aspecto que ha de afrontar relacionado con su trabajo o simplemente que no piensa en nada; en fin, puede ver que tiene una vida.

Y, aún con los ojos cerrados, puede ver como esa persona al abrir la puerta de su automóvil es súbitamente sacudida por una tremenda explosión que la destroza y la parte en mil pedazos diseminando sus restos por varios cientos de metros alrededor. O puede ver como nada más abrir el periódico para echarle una ojeada, un disparo de pistola realizado cobardemente desde detrás de su cabeza y a corta distancia, la deja sin vida en el acto tendida sobre la acera y como dos detonaciones más a manera de remate suenan secas y terribles en la calle. O puede ver como esa persona se quema junto con otras al arder el transporte público colectivo en el que se trasladan. Y así queda, sin vida; destrozada por la metralla y su cuerpo diseminado por doquier o tendida en una acera, rodeada de un gran charco de sangre, o apoyada inerte sobre la que fuera ventanilla de un transporte despedazado que arde y eleva una columna de triste humo negro por toda la ciudad.

Y puede ver como se celebra su funeral. A sus seres queridos recibiendo el pésame sincero de sus más allegados y el pésame ligero, oficial, tal vez obligado, de otras muchas personas a las que no conoce. Puede ver una multitud que se manifiesta consternada por esa muerte, gritando consignas y reclamando Justicia. Y también puede ver como los restos de esa persona son enterrados o incinerados, multitudinariamente o en la intimidad… y como pasa el tiempo y siempre hay flores sobre su tumba, depositadas por quienes verdaderamente la quieren y la mantienen en su recuerdo para siempre.

Y ahora, abra los ojos; esa persona es usted.

Y se da cuenta de que su muerte, por inocente, fue inútil. De que quienes pusieron un explosivo en su automóvil o le descerrajaron cobardemente un tiro en la cabeza o pusieron una bomba en un transporte público causando su final y el de otros muchos, se ríen de la Justicia, del Estado de Derecho y de todo lo que se les ponga por delante. De que dar muerte, asesinar cobardemente, les sale gratis. Y puede ver que esas mareas humanas que se manifestaban consternadas pidiendo Justicia, levantando las manos blancas y enseñando su nuca, dirigiéndose hacia quienes detentan, en su nombre, los poderes públicos a fin de que apliquen con firmeza la Ley… simplemente han desaparecido. Y puede ver que ese poder le ha olvidado, le ha dado la espalda... cobardemente.

No cierre los ojos, no vea ese final.

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